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Mi amargura despedazadora

Publicado originalmente en ENERO 31 año 2014 Es tarde. No había reparado en la hora. 1:20 AM. Estoy contemplando las teclas como si por eso mis dedos supieran que hacer después, y no, no pasa nada. Sé que tengo mucho por decir, mucho que no significa nada. Llevo la nada muy frecuente en mi vocabulario. Estoy llena de nada. Estoy envuelta en los mismos problemas de siempre, pero aun así no me mueven; sé que es necesario algo peor, pero sé que algo peor en realidad me aniquilaría. Estoy a medio camino de eso. Estoy enferma, y ya no es sólo mentalmente. Mi estómago parece una caldera, he descuidado tanto mi vida, me alimento solo cuando me acuerdo, ya ni siquiera es cuando tengo hambre, es casi únicamente cuando tengo la voluntad de alimentarme… he pasado muchos días así y esta semana he sentido las consecuencias. ¿Cuándo dejaré este bucle de porquería? ¿Cuándo? Porque estoy segura de que acabará conmigo. Me he pasado la vida entera menospreciando mis propias habilidades; y...

Historias de mi Abuelo

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Pocas cosas marcan a uno desde la infancia como los recuerdos de los abuelos; quien creció con los suyos o vivió cerca de ellos me dará la razón; quizás los demás, los que no, lo intenten comprender. (Gracias). Ahora, hablaré de mi abuelo, tengo muchos recuerdos de ambos, pero empezaré con las historias de él… El recuerdo genérico de este tiempo es el de mi abuelo o mi abuela llamándome desde el asiento que tenían para pasar la tarde; un asiento de bus adaptado para descansar bajo el Guabo (árbol de Guaba ), desde ahí, me encargaban siempre algún mandado –Ah, crecí con mis abuelos, en el campo; en un caserío llamado Piedra Grande —el recinto tiene otro nombre, pero otro día hablaré sobre eso— entre la carretera y un río, al frente está un cerro que en mi infancia siempre comparé con el lomo de un dinosaurio verde... Todo eso en el límite provincial entre Bolívar y Los Ríos, mis abuelos tienen una casa amplia ahí con un tendal (patio delantero) muy grande que se usab...